Quien tiene el valor de seguir la propia misión está seguro de dar sentido a la vida. Descubrirá las aspiraciones de su alma, en consecuencia, las razónes del propio existír. Será acompañado constantemente por la sensación de ser verdaderamente sí mismo, de experimentar la autenticidad de la vida y de ser verdaderamente de ayuda a los demás.

Se sentirá siempre lleno, vivo, creativo, apasionado, ya jamás vacío, descontento, inútil, continuamente inquieto.

Siguiendo la propia visión, además, conseguirá  dar prioridad a lo que verdaderamente cuenta, se hará esencial, no se dejará poseer por cosas inutiles o que pudieran distraer de su propio proyecto de vida y explotará a lo maximo las energías para realizarlo.

Sobre todo ya no será fácil botín de los arrogantes, de los hipócritas, de los oportunistas, de los envidiosos.

No desperdiciará la propia existencia.

Encontrará confianza y estima en si mismo.

Superará el miedo de ser abandonado, de fracasar.

Tanto más se sigue la propia visión más confianza se ganará.

En fin, para quien está realizando la propia  vocación, increíblemente el universo que lo rodea se hace su amigo y lo ayuda en su proyecto.

Desde mi primer libro PER ESSERE FELICI, en tiempos no sospechosos, afirmaba que cada uno de nosotros es único e irrepetible.

Ahora todos me han copiado.

Pero así es.

De todos modos, para continuar, tengo también que decirles que no se puede huir de la propia misión, o mejor dicho, podemos rebelarnos a ella, ignorarla, traicionarla, abandonarla, pero, en estos casos, se tendrá que pagar un precio alto. Doloroso y lacerante. Hasta llegar al punto de destruir la entera personalidad.

Con este texto quisiera inspirar en cada uno de ustedes el deseo de pararse a mirar en sí mismo y analizar los sueños no realizados. Para proyectar el futuro. Para continuar a soñar por el mañana.