Mi experiencia me enseñó que es posible reducir las dificultades de comunicación con reglas sencillas:
recurrir, cuando sea posible, a la comunicación cara a cara, usar palabras sencillas y claras, directas, solicitar siempre una respuesta de parte de quien escucha, prestar atención a quien habla.
En efecto el grande problema de la comunicación es la incapacidad a escuchar.